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Cuatro traducciones métricas de Arnaldo Rossi
Diego Seguí (Hláford) - Noviembre 2005

 

El nombre de Arnaldo Rossi no es particularmente conocido entre los tolkiendili: se trata de un argentino que sólo ocasionalmente ha dirigido sus estudios a la obra de Tolkien, y el artículo a que nos referiremos aquí, el único de su autor que ha llegado a nuestro conocimiento, lamentablemente no tiene actualmente difusión. Hablamos de "Tradición hespérica y realización lírica. A propósito de la obra de J.R.R. Tolkien (1892-1973)", aparecido en Ciudad de los Césares 25 y 26 (jul/ago y sep/oct de 1992); sería de desear una reimpresión en otro medio de alcance más general.

Se trata de un ensayo profundo, con intuiciones que no hemos visto repetidas en otros estudios, dedicado a la lengua y la poesía en el primer libro de La Comunidad del Anillo, "en dos niveles concurrentes: dentro del universo que Tolkien narra, y como instancia vertebradora de su propia palabra narrativa". El contenido del artículo, su misma tesis y conclusiones, escapan a este breve reseña, que sólo busca rescatar aquello que es de particular interés para los miembros de este Departamento: el tratamiento de los poemas.

En su repaso de las varias circunstancias en que los personajes de SA recitan o cantan, Rossi cita los poemas en castellano con traducción propia. El primer ejemplo es la canción del Camino en boca de Frodo (SA:1:III:73):

Siempre el Camino sigue y sigue
rodando, de la puerta en que ha empezado.
Hoy fue el Camino lejos por delante
y mi deber es ir detrás, si puedo,
con pies cansados, persiguiéndolo
hasta que se una a alguna mayor vía
donde muchas y errantes sendas halle.
¿Y adónde entonces? No lo sé decir.

El poema sigue una métrica rigurosa aunque de estructura idiosincrática (9, 11, 11, 11, 9, 11, 11, 11); y no se trata de una simple adaptación del texto de Domènech para Minotauro, sino que parte directamente del original inglés:

ORIGINAL

The Road goes ever on and on
Down from the door where it began.
Now far ahead the Road has gone,
And I must follow, if I can,
Pursuing it with weary feet,
Until it joins some larger way,
Where many paths and errands meet.
And whither then? I cannot say.
            
MINOTAURO

El Camino sigue y sigue
desde la puerta.
El Camino ha ido muy lejos,
y si es posible he de seguirlo
recorriéndole con pie fatigado
hasta llegar a un camino más ancho
donde se encuentran senderos y cursos.
¿Y de ahí adónde iré? No podría decirlo.

Evidentemente, una frase como "la puerta en que ha empezado" sólo pueden provenir de the door where it began. Rossi no se limitó a adaptar la versión canónica, que quizás ni siquiera conociese: notamos que su artículo generalmente no coincide con ella en algunos nombres muy conocidos, como "Bolsón" (pone "Baggins", que es el apellido original), o "Cima de los Vientos" (pone "Weathertop, la Cumbre Tempestuosa"); aunque también usa el nombre "Tierra Media", en el que no es fácil coincidir por azar.

El uso de eneasílabos ("Siempre el Camino sigue y sigue") es llamativo, porque no se trata de un metro corriente en castellano; la mayor cantidad de ejemplos históricos se halla en la poesía cortesana del S. XV, y en poemas modernistas de la mano de Rubén Darío. Pero se da la curiosa coincidencia de que en las versiones de Las Aventuras de Tom Bombadil del DTI hacen uso extensivo de este verso, y quizás no sea en verdad coincidencia: en uno y otro caso, normalmente, adaptan el tetrámetro yámbico ("The ROAD goes E-ver ON and ON"), tan común en El Señor de los Anillos como poco habitual en la poesía inglesa moderna (véase al respecto Geoffrey Russom, "Tolkien’s Versecraft in The Hobbit and The Lord of the Rings", en J.R.R. Tolkien and His Literary Resonances, Greenwood Press, Connecticut and London 2000). Si el tetrámetro yámbico se leyese en castellano, el resultado sería naturalmente un eneasílabo.

En el endecasílabo, por otra parte, Rossi muestra la desenvoltura propia de alguien acostumbrado a leer y escribir este verso. En los seis que contiene el citado poema se pueden identificar casi todos los esquemas de acentos propios del verso:

rodando, de la puerta en que ha empezado
y mi deber es ir detrás, si puedo
donde muchas y errantes sendas halle
       (2º y 6º - heroico)
(4º y 8º - sáfico)
(3º y 6º - melódico)

y en uno de los poemas posteriores hallaremos el modelo restante:

Luz para los que aquí peregrinamos                 (1º y 6º - enfático)

En definitiva, Rossi puso tanto cuidado en la traducción de los poemas como en la escritura misma de su artículo. El único verso que hallamos ripioso en el primer poema es "hasta que se una a alguna mayor vía", de ritmo difícil y acento disonante en 9º. El siguiente caso es la canción de caminantes en el Bosque Cerrado (SA:1:III:106):

Sobre el hogar el fuego es rojo
y bajo el techo hay una cama;
mas nuestros pies aún no están cansados
y tras la esquina puede haber
un árbol súbito, una piedra erguida
que nadie vio, sino nosotros solos.
      Árbol y flor y fronda y grama,
      ¡deja que pasen, y que pasen!
      Colina y agua bajo el cielo,
      ¡de largo pásalos y pásalos!

Quizá aún aguarde tras la esquina
un nuevo rumbo, una secreta puerta,
y aunque hoy de largo los pasamos
quizá mañana aquí volvamos
a tomar los senderos escondidos
que hacia la Luna corren o hacia el Sol.
      Manzana, espina, nuez, endrina,
      ¡déjalos ir, déjalos ir!
      Arena, estanque, piedra, valle,
      ¡que os vaya bien! ¡Adiós, adiós!

Detrás la casa, al frente el mundo:
muchas sendas a hollar entre las sombras
rumbo al fin de la noche, hasta que todas
las estrellas esplendan.
Luego (el mundo detrás la casa al frente),
querremos ir a casa y a la cama.
      Niebla y penumbra, nube y sombra,
      ¡se esfumarán, se esfumarán!
      Fuego y antorcha, carne y pan,
      ¡y después a la cama, y a la cama!

El original del poema usa versos de cuatro acentos (no necesariamente tetrámetros yámbicos), con los últimos cuatro más breves, producto de las exclamaciones e imperativos. Rossi las ha adaptado alternando eneasílabos y endecasílabos, con un heptasílabo ocasional; la primera estrofa da 9-9-11-9-11-11-9-9-9-9; la segunda, 9-11-9-9-11-11-9-9-9-9, y la tercera 9-11-11-7-11-11-9-9-9-11. Marca la diferencia de los cuatro últimos versos con sangría, aunque en sí no sean significativamente más breves que el resto, salvo en que son casi siempre eneasílabos (el último rompería la regularidad). De los seis primeros se podría aventurar que se usan tres eneasílabos y tres endecasílabos, excepto en la tercera estrofa, donde el heptasílabo podría compensar el endecasílabo extra.

Luego pasamos a un tipo de poesía distinto: el canto a Elbereth de los elfos de Gildor (SA:1:III:120), sólo dos páginas después del anterior en SA:

¡Oh Blanca-Nieve!, ¡oh Dama clara!, ¡oh Reina
de más allá del Mar del Occidente!
¡Luz para los que aquí peregrinamos
el mundo de los árboles tejidos!

¡Guilthonïel!, ¡oh Elbereth!, ¡son claros
los ojos tuyos y tu aliento espléndido!
"¡Blanca-Nieve!", cantamos, "¡Blanca-Nieve!"
a ti en lejana tierra bajo el mar.

¡Oh estrellas que con mano luminosa
ella el Año-sin-Sol dejó sembradas,
en terrenos ventosos, hoy brillantes y claros,
vimos nuestros argénteos capullos florecidos!

¡Oh Elbereth!, ¡Guilthonïel!, seguimos
rememorando, los que en esta tierra
lejos bajo los árboles vivimos,
a tu luz estelar sobre el Mar de Occidente!

Aquí Rossi usa endecasílabos, con la sola excepción de los versos 3º y 4º de la tercera estrofa, y el 4º de la cuarta, que son alejandrinos (7+7), quizás por necesidad de espacio para transmitir el contenido. El original, en este caso, consta de tetrámetros yámbicos, con alguna sustitución trocaica en los vocativos.

Llama la atención el nombre "Guilthonïel" en vez de "Gilthoniel", que dan tanto el original como Minotauro. Por supuesto, se trata de una adaptación gráfica para mantener la pronunciación original. El traductor usa "Gu" para indicar que se trata de la "g" suave, y evitar que el lector pronuncie "Jilthoniel"; y diéresis en "ïel" para marcar la separación de sílabas, necesaria en la correcta escansión de los endecasílabos.

El último ejemplo es el ann-thennath sobre Beren y Lúthien que Aragorn traduce a la Lengua Común (SA:1:XI:136), y es la más larga de estas versiones:

Largas eran las hojas, verde el pasto,
las umbelas de abeto altas y bellas,
y en la brecha una lumbre se veía
de estrellas, que en la sombra relumbraba.
Danzaba allí Tinúviel, a la música
de una invisible flauta,
lumbre estelar había en sus cabellos
y titilaba en su vestido.

Beren llegó de las montañas frías
y perdido ambuló bajo las hojas
y donde el río élfico rodaba.
Caminó en soledad y entristecido.
Atisbó entre las hojas de un abeto
y admirado le vio flores de oro
encima de sus mangas y su manto
y el cabello siguiéndola cual sombra.

El encanto sanó sus pies cansados,
condenados a errar por las colinas;
se abalanzó, fuerte y veloz, a asirla
y dio en rayos de luna que fulgían.
Por el élfico hogar de selvas densas
ligera huyó sobre sus pies en danza;
lo dejó solo, que siguiese errando
por el silente bosque, y escuchara.

Allí él oyó a menudo el son furtivo
de leves pies, cual hojas de los tilos
o música que surte bajo tierra,
tremolando en cavernas escondidas.
Y las parvas de abeto fueron mustias
y una a una las hojas quejumbrosas
de las hayas cayeron susurrando
y en vaivén en los bosques del invierno.

Siempre la vio lejana y peregrina
sobre siembras espesas de hojas de años
a la luz de la luna o las estrellas
que se estremece en los helados cielos.
Fulguró de ella el manto ante la luna
cuando sobre una cumbre alta y lejana
bailó, y yacía ante sus pies la siembra
de una bruma de plata temblorosa.
                     Ella volvió cuando pasó el invierno,
su canto abrió la primavera súbita,
cual alondra al subir, lluvia al caer,
o cual agua en deshielo que borbota.
Flores élficas él las vio brotando
de ella a los pies y, sano nuevamente,
danzas y cantos deseó a su vera,
encima de la grama imperturbada.

De nuevo huyó, pero veloz él vino
y la llamó: ¡Tinúvíel! ¡Tinúvíel!
con su élfico nombre, mas fue entonces
que ella dudó al oírlo.
Se detuvo un momento, Beren vino;
la voz de él fue un ensalmo sobre ella,
y el destino cayó sobre Tinúviel
que en sus brazos yacía, fulgurando.

Y al mirar Beren en los ojos de ella,
dejando atrás su cabellera en sombras,
la estelar luz que por los cielos tiembla
allí la vio espejada, relumbrando.
Y Tinúviel, la élfica belleza,
dama inmortal, élficamente sabia,
en torno de él echó el cabello umbroso
y sus brazos, cual plata que titila.

Largo camino el hado les impuso
sobre fríos y grises montes pétreos,
por recintos de hierro y puerta umbría
y anochecidos bosques sin mañana.
Hubo entre ellos los Mares Divisores,
fue no obstante por fin un nuevo encuentro
y hace ya mucho tiempo se perdieron
por el bosque, cantando sin tristeza.

Aquí Rossi usa casi invariablemente el endecasílabo, salvo por los heptasílabos en el v. 6º de la primera estrofa ("de una invisible flauta") y en el 4º de la séptima ("y ella dudó al oírlo"), y por el eneasílabo del v. 8º en la primera ("y titilaba en su vestido"). Da la impresión de que Rossi evita crear elementos ausentes del original para completar versos largos, o eliminar otros para ajustarse a un metro breve; aunque "y ella dudó al oírlo" puede ser intencional, marcando el quiebre de la acción, el momento en que Lúthien se vuelve hacia Beren y da el primer paso hacia su Destino.

El original que traduce usa tetrámetros yámbicos, aunque con la particularidad de que los versos 4º y 8º de cada estrofa, rimados entre sí, terminan en esdrújulos, en la forma de participios presentes de verbos de acentuación trocaica (shivering / quivering), o adjetivos derivados de sustantivos trocaicos en la última estrofa (morrowless / sorrowless). Sobre la peculiar métrica del poema inglés, véase T.A. Shipper, El Camino a la Tierra Media (Minotauro 1999) págs. 227-228.

A nuestro juicio se trata de la versión menos lograda de las cuatro, con demasiados versos defectuosos o forzados (p.ej., "la voz de él fue un ensalmo sobre ella"), pero coincidiremos en que se trata también del más difícil. Nos quedan dudas sobre el verso "y la llamó: ¡Tinúvíel! ¡Tinúvíel!", que no nos hemos atrevido a corregir (ver nota al final), pese a que la extraña secuencia de acentos es errónea, y el nombre se escribe correctamente ("Tinúviel") en otros sitios; pero de un modo u otro el verso es métricamente incorrecto, y es posible que hayamos pasado por alto algún detalle.

Citamos por fin dos párrafos, probablemente mal extrapolados, del propio Rossi:

Porque es preciso no perderse entre tantos detalles fantásticos, obedientes en última instancia a la virtud mitopoética propia de la palabra lírica. No son esos detalles los que explican el poema, sino éste en su misteriosa vibración, por poco que nuestra traducción la recepte, quien hace de esa multiplicidad fantástica no un aglomerado fingido, barroco y vacuo, como las ficciones de Borges p. ej., sino un organismo vivo, coherente con las raíces de la historia y el cosmos, capaz por eso de volver siempre a ellos para entreabrirlos y consolidarlos en su lírica e inacabable densidad.
[Tolkien sigue un camino] que no admite sea relegada jamás su experiencia de la noche, amistosamente convivida bajo los árboles trascendidos por las estrellas, ante el repliegue acechante de la modernidad entenebrecida. Por el contrario, esa experiencia se incluye aquí en la textura eternamente manifestada de un lenguaje lírico ceñido, diestramente aprendido de una genuina Tradición, viva sólo en la audiencia de otros poetas. Pues también aquí rige una tradición esotérica y sagrada, de orígenes helénicos por cierto, pero a Tolkien advenida sobre todo a través de quienes en el mágico trasfondo de su lengua materna grabaron las improntas vivientes de sus poemas, y las Medidas sublimes de la Música y las Musas en ellos. Salvo que tales poemas concentran lumbre que retrocede a sus orígenes, como los elfos desde las estrellas hasta Elbereth, sólo para reavivar la energía que la sostiene espléndida, invicta y desplegada para siempre dentro de las articulaciones de este lenguaje y este mundo, ante el poder oscuro y sustitutivo que momentáneamente los acosa.

El autor se muestra demasiado desconfiado con respecto al mérito de sus traducciones. En todo caso, nos parece claro que, en un artículo que tiene como uno de sus ejes temáticos el ritmo trascendente del verso, presentar versiones no métricas habría sido al menos inconsecuente. Al prescindir de la rima, y no ajustarse a una isometría rigurosa (presentando versos de 7, 9 y 11 sílabas cuando todos sus originales mantienen metros constantes), logra una literalidad mayor de lo que permiten sistemas más estrictos. Ya deploramos al comienzo de este artículo que el ensayo de Rossi no esté más difundido; ahora lamentamos también que no haya acometido (o al menos publicado) más versos tolkienianos.

NOTA: En este artículo se han corregido silenciosamente los siguientes errores (obviamente tipográficos) de los poemas citados, para no entorpecer al lector con defectos que no se deben al traductor. Segundo poema: faltaba separación entre la segunda estrofa y la tercera; tercer poema: v. 1 "Banca-Nieve"; v. 9 "estrella"; cuarto poema: v. 12 "Camino"; v. 25 "el oyó"; sobre v. 50 "Tinúvíel", vide supra.


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